¡Qué parazo! Hoy pasé por todos estos lugares:
a. Acoyte y Rivadavia. Abierto:
Solo deportes, Llongueras. Cerrado: el Havanna, el banco ciudad.
b. Plaza Miserere: Todo cerrado.
Podías caminar ¡por la vereda! Sin bajar a la bicisenda y sin llevarte por
delante un carrito lleno de ropa para vender.
c. Perú y Avenida de Mayo.
Cerrados: La London, el Havanna, el Starbucks, el Burguer. Lo mismo a lo largo de Florida hasta Corrientes salvo
alguna que otra zapatería. Tres cuadras para comprar puchos porque no había
kioscos abiertos. En el subte –línea A—tenías que esperar media hora pero
viajabas mejor que en cualquier día normal porque no había gente.
Nunca, en toda mi vida adulta, vi
un paro así. Fue como ir al centro un sábado. Un parazo, el primero gigantesco que le hacen al kirchnerismo, puede
ser, pero también, el primero en toda una época, que coincide con el
kirchnerismo pero también con el lulismo, el evismo, el frenteamplismo, el
correísmo. Nuestro primer paro bolivariano.
¿Por qué?
a. Porque lo convoca Moyano
y acá no se trata de discutir sus capacidades como líder político , como líder sindical, como referente de la
clase trabajadora, como empresario, como
secretario general de la CGT. Se trata de Moyano al frente de camioneros.
Lo importante de camioneros no
es, como dice el propio Moyano, que los trabajadores trasladan “desde materia fecal hasta caudales y en el medio de eso,todo”, y que por lo tanto “Puede parar el país”. Aunque un poco, sí. Lo importante de camioneros es que es un
sector con alta movilidad, porque es un servicio abundante y no específico, y por lo tanto el
nivel de desocupación del sector está mucho menos vinculado a las crisis
cíclicas que casi cualquier otro sector.
Es esto lo que explica su rol en
los 90 y lo que explica que sea, hoy, el último bastión de la defensa de los
trabajadores en la puja por lo que producimos todos.
En la convocatoria hay dos
problemas: uno está teñido de caoba, es anciano, y se llama Pablo Micheli. Este
hombre partió una central de trabajadores y pasará a la historia como el
dirigente que hizo que ATE fuera el sindicato más chico del Estado en la época
en la que se incorporaron más trabajadores al Estado. Todo esto gracias a su
lectura tosca y oportunista del kirchnerismo y su incapacidad de contener y abrir la
discusión política a los sectores más dinámicos de su espacio sindical. Nadie
entiende bien qué es por su insignificancia material, política, y hasta
simbólica.
El segundo problema es incluir a
las entidades patronales agrarias en el
paro, porque en los últimos 4 años
demostraron ser, más allá de sus antiguos matices ideológicos, el sector que
más trabó la distribución del ingreso en
la Argentina. Incorporar a estos sectores en el reclamo es perder a los “aliados
naturales” de la clase mañana y deslegitimar un pedido legítimo.
b. Porque Caló es un burócrata estructural. Así como camioneros es
uno de los sectores menos permeables a las crisis en términos de desocupación, la
UOM es el más permeable. Apenas atrás del discurso de “vuelve la industria,
vuelve la UOM”, lo que subyace es: “vuelve el cuello de botella de la industria
argentina, vuelve el sindicalismo que negocia a la baja”. Que la central obrera oficial no pueda
negociar salarios desde una posición de
ofensiva y que una central obrera opositora
pueda garantizar un paro general va a generar en el mediano plazo un cúmulo de
planteos desde las bases, capaz invisibles al principio, pero que van a ir
volcando voluntades en torno a otra coalición sindical.
c. Porque hay mucha inflación que se morfa los salarios y este es
el único tema que debería estar en la cabeza de cualquier militante popular. La
respuesta a “parás con Buzzi” no puede ser “vos gobernás con Gioja”. La
respuesta del kircherismo a un problema de puja distributiva tiene que ser más
distribución. Entender al sindicalismo como una corporación más de presión es
desconocer lo mejor del propio kirchnerismo, que son sus nuevos trabajadores.
d. Porque hay expectativas crecientes. Tener más que ayer y querer
más mañana. Esto es lo característico de la época y lo que hace que este
conflicto sea hermoso. Este es el mejor fruto del kirchnerismo: es generar los
actores, las instituciones, y las expectativas de que se puede siempre un
poquito más. Expulsarlos es también un fruto característico del último kirchnerismo, que con el crecimiento del Estado como Estado pero también como dinámica de poder, busca disolver a todas las representaciones intermedias, aún las agrupaciones populares y las de la clase
trabajadora. "Unidos y organizados" es borrar los nombres de las agrupaciones también, y es, por lo tanto, disolver el congreso imaginario donde todas esas organizaciones discuten el futuro.
Una primera cosa que se me ocurre es que si para pedir más y discutir el futuro hay que irse
del kirchnerismo, el problema no es pedir más. El problema es el kirchnerismo.